En el taller que realizo con niños Mi tía la Empatía, les hago ponerse zapatillas de estar por casa de esas gigantes de peluche de oso, duende y algún personaje famoso.
Qué pena que no tenga alguna foto, porque es divertidísimo.
Bueno, ¿a qué viene esto?.
El otro día coincidí con una profesora de infantil que imparte clases en un colegio público de un pueblo grande cercano a Zaragoza.
No doy datos porque el protagonista es uno de sus alumnos.
Y me contó la más gratificante y alentadora historia que podría haberme ocurrido: En su centro tienen a un niño con necesidades especiales aun sin confirmar.
La madre de este niño trabaja muchas horas. Como muchas madres de hoy en día, renunciando a múltiples cosas por darles a sus hijos la mejor educación y calidad de vida posibles.
No pudiendo elegir si quiero o no quiero trabajar, si quiero o no quiero estar tantas horas separada de mi hijo ..... . No. No es una opción, es una obligación para poder darle un futuro. Me entendéis perfectamente.
El caso es que, como es lógico, el niño no aceptaba muy bien el hecho de que su madre no estuviera con él por las tardes y se quejaba habitualmente de ello. Llegando incluso a portarse mal en el cole y en casa para atraer su atención.
Esta profesora, junto con el departamento de orientación del centro utilizaron MI MAMÁ ESTÁ TURULETA, como herramienta para desarrollar en el niño una corriente empática hacia su madre.
El niño se lo pasó fenomenal y tanto el orientador, como la profesora valoraron muy positivamente la experiencia.
Ha sido gratificante saber de este uso terapéutico del cuento. Este es precisamente el objetivo en mis cuentos.
El cuento, ya he dicho muchas veces, es uno de los recursos fundamental en la formación de los niños y adultos desde tiempos inmemoriales.
El cuento no es un método terapéutico instantáneo. Los posos del cuento quedan en la memoria emocional del niños. Por eso, cuando se termina de leer un cuento no es necesario realizar ninguna ficha ni actividad complementaria.
Los beneficios del desarrollo de la empatía son irrefutables:
los niños que son capaces
de aceptar sus propias emociones
y reconocer las de los demás,
de adultos tienen más autoestima
y conductas sociales positivas.
Para desarrollar la empatía en tu hijo:
1.- Da ejemplo. Sonriendo, ayudando a los demás, mostrando compasión y comprensión hacia el entorno que nos rodea.
2.- Lee cuentos con él. Además de Mi mamá está turuleta, existen multitud de cuentos en el mercado para fomentar la empatía hacia otros niños.
Recomiendo leerlos sin más. Sin preguntarles después nada sino son ellos los que nos preguntan a nosotros.
El cuento en sí mismo es el medio de comprensión.
3.- Ayúdale a que sea capaz de reconocer las emociones. Esto es fundamental para el desarrollo de su inteligencia emocional. Un estupendo recurso para ello es la colección Fotoemoción de Emociona-T, www.proyectoemocionate.com, donde de manera sencilla, divertida y amena los niños aprender a reconocer las emociones. Las suyas y las de los demás.
4.- No tengas miedo de llorar delante de él. La tristeza es a veces necesaria y hay que saber como gestionarla.
5.- Parece una tontería lo que voy a decir pero .....¿le preguntas a tu hijo de vez en cuando cómo se siente?. Hablar del orgullo, de la culpa, de esa rabia que a veces se siente ...... Los niños pequeños son capaces de hablar y entender estas emociones si se las explicas con sencillez. Cuanto antes las conozca antes será capaz de gestionarlas positivamente.
